viernes, 16 de diciembre de 2011

TRANSEÚNTE EN TRANCE


 La manera más directa y real de recorrer la ciudad, por supuesto, es caminándola; y cuando esto se hace con la mente transparente, aparecen revelaciones que nos dicen lo que somos o lo que hemos dejado de ser.

Calle 73 con 12: un par de celadores azuzan al perro de la cuadra para que devore una rata de alcantarilla que ha tenido la mala fortuna de salir al mundo de la superficie a ver cómo están las cosas… y las cosas no están bien, porque el perro ni la devora, ni la deja en paz; tan sólo juguetea con ella, para obtener la gracia de sus amos, que no lo son. La rata, para sorpresa de todos los animales presentes, se yergue en sus patas traseras y chilla ratunamente, como queriendo decir “¡no me jodan más la vida!”. Ellos entienden el mensaje, y la ven alejarse hacia su guarida de desperdicios.

Calle 39 con 17: dos extraños cruzan la calle, en sentidos contrarios. Ella carga un par de pesados talegos que le tienen los dedos amoratados. Dignamente mantiene su caminata, sin detenerse un solo instante. No sólo le pesan los talegos; la vida también. Sus ojos denotan un tedio infinito que nada parece poder apagar… excepto los ojos ese extraño que viene del otro lado de la acera: un hombre con cara de pocos amigos… y ninguna amiga. Algo le ha dicho la mirada de ella… y trata de retenerla, a ver si sus vidas cambian súbitamente… pero no: siguen derecho hacia la otra orilla, hacia el resto de sus vidas. Alguno de los dos voltea, a ver qué… pero no… nada.

Calle 19 con 9ª: un raponero acaba de ser atrapado in fraganti con lo robado en los bolsillos. Para imponer justicia, a la vieja usanza, tres ciudadanos de bien lo muelen a patadas, mientras él grita desesperado, como niño chiquito, arrepentido de su pecado-delito que tanto molesta a este trío de desconocidos, que, por arte de violencia, se hermanan por un minuto de patacera. Lo hacen con metodología, como siguiendo el protocolo. En sus caras se ve el color de la sublimación. Todas sus frustraciones se esfuman mientras el raponero recibe su merecido. Llega la policía. Todo en orden… “¡Circulen, circulen!”

Calle 41 con 23: un habitante de caños se acicala, mirándose en un trozo de espejo que posa sobre el césped. A sus pies, corre el río Arzobispo, llevando zapatos, cáscaras, perros muertos y mierda humana. A él no le importa, porque está puliendo su pinta para una cita vespertina. Ella le hará olvidar sus carencias compartidas por unas horas. El tiempo está detenido para este hombre que contempla en el espejo una mirada esperanzada.

Carrera 15 con 88 (Parque de las Flores): una joven más o menos hermosa que cualquiera espera el bus o el transbordador espacial en el andén, como tantos otros días. El sol de las 4 de la tarde cae sobre las fachadas occidentales de casas y locales. Nada especial. De pronto, un anciano, sentado detrás de la esperadora de vehículos, arroja unas migajas de pan a los pies de ella. Ninguna sorpresa. A los pocos segundos, media docena de palomas rodean a la mujer, presa de la inevitable espera… y revolotean a su alrededor, hambrientas de pan roto. El aleteo palomar levanta la falda de la mujer. El anciano contempla el espectáculo y sonríe, complacido por su dosis de erotismo gratuito.

Si estos puntos disímiles de la ciudad los hubiera recorrido en algún vehículo, probablemente habría pasado por alto lo descrito. Aunque no lo hubiera atestiguado, habría sucedido naturalmente… u otros ojos lo habrían contemplado sin conmoverse con la humanidad que aún circula por ahí.

Abran los ojos, cierren las consciencias… y la verdad estallará en la cara.

TRANSFORMISTAS

El momento en el que dejas de justificar cualquier cosa y sólo eres tú. El momento en el que puedes decir “Si oyes eco es porque estoy en el baño”, ese momento es el mejor en una pareja porque la inhibición termina y el disfrute empieza.
Poder ser tú con la persona con la que quieres es algo muy difícil de encontrar. Porque no falta (y todos lo hemos visto en amigos o en cada uno) la persona que se empieza a transformar por la persona con la que está. Cambian sus gustos de música, comida, ropa, es más hasta empiezan a hablar igual que su pareja. Dejan de ser ellos. Dejamos de ser nosotros. ¿Por qué? Falta de carácter, inseguridad, fantasmas, miedos y una larga lista de etcéteras.

Pero nunca te das cuenta de ese cambio hasta que te sales de esa relación y ves todo desde lejos. Porque no importa quién te lo haya dicho antes, nunca te das cuenta hasta que te sales.
Quiero pensar, creer y esperar, que todos en algún momento encontramos a una persona en nuestra vida con la que nos damos cuenta que ser nosotros es posible. Que no nos trata de cambiar sino que nos alimenta. Te enseña nueva música y puede que te guste, pero no te hace dejar la música que te gustaba antes, sólo la complementa. Se te pegan sus palabras pero no su personalidad. Comparten ideales pero no los tratan de imponer.

Luego pasa la vida y puede que no termines con esa persona el resto de tu vida, pero ese tipo de relaciones te marcan. Porque tu cuerpo, tu mente y tu corazón te exigen esa paz y esa libertad en tus futuras decisiones. Es de ahí para arriba, o por lo menos así debería de ser.
Toma tiempo, esfuerzo, madurez y experiencia llegar a ese momento con una persona, pero el camino vale la pena.
(Luego todo se va a la mierda y tienes que volver a empezar pero no le hagamos caso a eso por el momento ) ;)

viernes, 25 de noviembre de 2011

DISTRITO INVERNAL


Bogotá de Santa Fe, alias la nevera, alias la Atenas suramericana, alias la ciudad coqueta, debería, algún día, ser bautizada como la ciudad del eterno invierno, por obvias razones, por analogía con el slogan hiperpaisa. No es una crítica críptica, no es una maldición, ni siquiera es una queja. Es tan sólo una severa aseveración de bogotano bogotanista.

La ola invernal de los últimos meses nos ha devuelto nuestra esencia gris y pluvial, que fue episódicamente diluida por la cortina de humo del aparente verano que nos suele dar aquel sol de mentiritas, el cual, cual cualquier foco de vitrina, nos ilumina la faz y nos la quema, estropeando los electrodomésticos desacostumbrados a su rayo fatal (que algunos confunden con la felicidad, especialmente los domingos en la tarde, mientras pasean a sus perros y sus hijos indistintamente), e irrita la susceptibilidad de nosotros, los heliofóbicos.

En Bogotá siempre ha llovido, y el frío ha cundido: 68% de lo uno, 17ºC de lo otro; tiempo mayormente nublado, 2600 metros más lejos del subsuelo. La primera impresión que de esta ciudad tuvo Gabo García, el escritor, fue la de que era habitada por los inventores de la muerte… pero sabemos que, en el fondo, somos sus pacientes anhelantes, que la tal cultura que se esgrime como estandarte para atraer turistas y bohemios es sólo una fachada: mucha oferta escénica, gastronómica, arquitectónica, bibliotecológica y ginecológica, equiparable a las muchas maneras de morir ipso facto o por cuotas, por arma blanca, ladrillo rojo o desprecio multicolor, gracias al lejano prójimo, que siempre se cruza con nosotros en las aceras y nos mira con cara de …¿y tú quién eres?... ¿quién te crees?... te quiero matar, pero no puedo.

Por eso, cada vez que las nubes se convierten en el único techo, y nos cobijan con su tenue oscuridad, todo está bien, excepto por los barrios inundados y los ríos desbordados; excepto por los trancotes automovilísticos y los semáforos desconfigurados; excepto por las líneas telefónicas infartadas y los taxis inconseguibles. De resto, todo igual o mejor; todo unificado por el agua llovida que viene del éter, y que nos lava las consciencias para regresar a nuestro estado natural: homini sapiens hartos de sobrevivir, con ganas de vivir esa vida que predican las novelas, las telenovelas y los comerciales alcohólicos.

Llueve, y todo el caos latente y tan bien disimulado se vuelve explícito; las pintas aplicadas con asesoría se arruinan por los charcos arrojados por los carros conducidos por animales (así los llaman los de las pintas arruinadas). Llueve, y se echan a perder esos caros peinados que no son más que pelo de mamífero así y asá. Llueve, y todo se ecualiza… por unos días. Llueve, y se estropean maquillajes, gamuzas y documentos ajenos… ¡lero, lero!, mientras tú y yo transitamos por la mitad de las avenidas, bajo un paraguas convertido en cedazo por efecto de los rayos que lo han carcomido con sus ataques no premeditados; los rayos de Dios, el misántropo mayor.

Lo bonito de la lluvia bogotana es que nos recuerda cuán frágiles somos, por si el sentimiento de superioridad ha crecido demasiado; nos aplaca y nos obliga a buscar refugio bajo las cornisas y los parasoles que ya no tiene sol que parar. Otros, en cambio, la desafían o entienden su juego propuesto desde hace eones: le escupen, bocarriba, para mezclarle su saliva, singing in the rain, salting in the charcs; la beben por los poros, para integrarse a su canto milenario, cada tanto interrumpido por ese sol que no nos dice nada, que corta la inspiración, que derrite helados y cerebros, evaporando sueños, para matarnos de insolación e insolencia.

¡Que llueva, que llueva!...¡El miedo está en su cueva!

ANIMALES

El amor, las conquistas, las relaciones, el desamor, el dolor. Conceptos que han estado vivos en el mundo desde que el hombre descubrió la necesidad de no estar solo. Y desde esa época los seres humano hemos tratado de entender cuál es la mejor manera de no sufrir, hemos tratado de encontrar cuál es la razón por la que nos enamoramos, hemos tratado de descubrir cuál es la fórmula para el amor eterno y el alma gemela. Pero, la respuesta nunca se ha dejado ver. Tal vez es porque nos estamos haciendo las preguntas equivocadas.

El ser humano, antes de ser algo, fue animal. Después vinieron las complicaciones. La moral, el libre albedrío, la psicología, la memoria, el orgullo, la vanidad, los celos. Pero dentro de nosotros sigue estando el animal. Si tomamos en cuenta que estamos hechos con cierta información genética de la cual no nos podemos despegar, podremos entender porqué buscamos varias parejas. Porqué las mujeres piensan distinto. Porqué los hombres actúan como actúan. El macho y la hembra están hechos para procrear. Para propagar la especie. En el reino animal existen infinidad de especies e infinidad de maneras en que procrean. Algunos machos tienen que pelear físicamente por su hembra. Algunas hembras tienen que comerse al macho. Algunos machos son los que se embarazan. Algunas hembras son las que cazan. En fin. En el reino animal nadie se pone a pensar si está muy gordo o no. Si le pintaron el cuerno, si volteo a verle las nalgas a la otra, si tiene que conocer a los papás. Si realmente venimos de los babuinos, tenemos esa información genética animal tatuada en algún lugar.
Poder equilibrar al animal con el intelecto, con lo que algunos bautizan con el alma, con la energía, con la otra mitad de la que estamos hechos, es lo que es difícil.

La pregunta entonces no es acerca del amor y cómo manejarlo, la pregunta es ¿Cómo nos equilibramos? ¿Cómo nos entendemos para evolucionarnos?
¿Cómo liberamos ese animal del que venimos y le explicamos que ya no está solo, que se le inyectó un alma?

Al entender nuestros ancestros, nuestra naturaleza, entendemos nuestro comportamiento. Nos sentiríamos menos frustrados si sabemos de dónde venimos, porqué lo hacemos y cómo lo cambiamos. Que no se malentienda por empezar a comportarse como babuinos. Sino solo hay que tomar en cuenta que tal vez una parte de nuestro cuerpo, léase la mente, el alma, la energía, ya evolucionó y la otra parte, la parte física sigue unos pasos atrás y está en lucha constante porque no sabe cómo comportarse. Tal vez la paciencia sea el primer paso para el equilibrio. Y poco a poco, el amor irá tomando una forma más evolucionada y menos frustrante

jueves, 20 de octubre de 2011

SEMÁFORO EN ROJO

Sí. Me encanta cómo es. Cómo me trata. Cómo se mueve. Cómo huele. Me emociona cuando le veo. Me cae bien. Me hace reír ¿Y yo? Yo creo que también. Se ve cómo me mira. ¿Cómo sería darle un beso? No tiene nada de malo si le veo ¿o sí? No estoy haciendo nada. ¿Por qué me estoy fijando en alguien más? ¿Por qué me llama más la atención esa persona? Bueno. No tiene nada de malo, o sea, sí estoy enamorado pero no tiene nada de malo ver a alguien más, es normal ¿o no? Ahí viene. Es que vean cómo camina. Qué bien se le ve el gris. Que no vea que le veo. “Hola” “Hola”. Me guiñó el ojo. Me invitó a comer. Es una comida, super inofensiva. Tengo que comer de todas maneras. Ok, sólo la comida y ya. Que sea rápida. Es mi amig@, no tiene nada de malo. Cojo la ruta de siempre para no irnos juntos. No, mejor cogemos la misma ruta para que sea más rápido. No, cogemos mi ruta habitual para alargar el camino y así yo digo cuándo nos vamos. Sí, así está perfecto y no tiene nada de malo. Es más, me salto el postre para que sea más rápido. ¿Pero a dónde vamos? Mejor a un lugar donde no nos vea mucha gente. No, ¿Por qué no? Si no tiene nada de malo. Es más, vamos a un lugar donde nos vea mucha gente para que nadie sospeche nada. ¿Pero qué van a sospechar? Si no estamos haciendo nada malo ¿o sí? Yo creo que no.
Le gusta mucho la ensalada, igual que a mí. No le gusta la agua de panela con limón, a mí tampoco. No sabía que ya había leído ese libro igual que yo. También tiene un gato. Me encantan los gatos. No le pregunté si tiene pareja, creo que sí. No quiero saber. Pero no importa, sólo somos amigos. Amigos. Amigos. Amigos.
ya pasó todo, solo comimos y yá. es hora de saludar a mi actual media naranja. “Hola mi amor ¿cómo te fue hoy” “Bien ¿a ti?” “Bien” “Me muero de hambre, no he comido ¿tú dónde comiste?” “Este…por ahí. Solo, super rápido porque tenía mil cosas qué hacer”.

Y es ahí donde se prende el semáforo en rojo. Donde empieza todo lo complicado. Un terreno que desafortunadamente pisan más personas de las que deberían. Dejemos a un lado el bien y el mal. Nadie puede juzgar qué está bien y qué está mal si se juzga desde un punto de vista social. Las reglas sociales deben ser menos importantes que las personales. El problema no es si está bien o mal ir a comer con una persona por la que sientes atracción si ya tienes pareja. El problema es que en el momento que tu mente, tu líbido, tu todo, empiezan a girar y girar, tu paz interna se esfuma. Empiezan una serie de conflictos internos innecesarios. En vez de actuar ante lo que sientes tienes que meditar por qué lo sientes y después actuar según las conclusiones. ¿Por qué sientes atracción por alguien más? ¿Qué tan fuerte es esa atracción? ¿Es porque estoy inconforme con mi relación? ¿Es porque estoy inseguro? Hay tantas y tantas preguntas. Pero no puedes responder ninguna si estás actuando mientras te cuestionas. Antes de meterte en un hoyo tienes que tener las herramientas para poder sobrevivirlo.

La infidelidad es la manera más rápida de romper tu propia alma porque lo complicado que es mantenerla te drena de energía. Nada bueno puede venir de traicionar tus instintos. El problema es que el miedo a perder algo es lo que nos lleva a arruinar todo.

La mejor manera de evitar un conflicto interno es haciéndolo externo. Entendiendo porqué te está pasando y después actuar de la mejor manera según la respuesta, para que ni tú ni nadie salgan innecesariamente lastimados.

POLIÉDRICA

Sí. Me gustan tus ojos negros como los de Picasso,
el brillo fijo que les hace aparecer como sonriendo,
me gusta tu cara de niña necia sana,
tu cara de estar tramando, urdiendo.
Me gusta tu cuerpo de filósofa
y pisar donde tu no pisas.
Me gusta tu voz acentuada.
Pero también me gustan tus ojos grandes y desconfiados,
me gusta tu sonrisa contenida y soterada,
tu modo de pensar en lo cotidiano,
soñar que viniste para robarme los ojos y cogerme del cabello.

Me gusta tu cuerpo con cabeza de pájaro.
Me encantan tus ojos extrañamente negros o marrones,
tu mirada infinita cargada de futuro,
tu cuerpo flexible de historiadora del arte,
tu ilusión cándida y que me arrastres por demasiados sueños.

No puede ser de otra manera:
Me gusta que me arregles la vida desde tu cuerpo pequeño e inmenso,
que te preocupes cogiéndome la mano, dejando libres mis sueños.
Me gusta que me quieras a pesar de mi pensamiento ridiculo,
quizás extremo, derrotado, o combatiente, de vanguardia, acaso desorientado.
Me gusta que me veas como soy,
Una mente sin dueño que erra y yerra.
Pasos perdidos que sienten ésto que éstan escribiendo 
Me gustas tú. Todo aquello que sumas descarada, 
todas y cada una de las cosas que te convierten en poliédrica... mi poliédrica

PORTAVASOS

Desde pequeños nos enseñan que dejar una mancha de líquido sobre una mesa era sinónimo de castigo o por lo menos regaño. La mancha que la mayoría de las personas tratan de evitar es el clásico anillo de café, agua, vino, refresco, sobre una mesa. Tanta era la manía que se inventó el portavasos. Algo que divide a la mesa del vaso que pueda mancharla. Una capa protectora. Algo que no permita que lo que tanto cuidamos, se manche con torpeza.

Imaginemos que cada persona es una mesa. Una mesa que está susceptible a que la manchen, (porque al final una mesa está hecha para ensuciarla, para usarla; igual que la vida.) Desde pequeños nos enseñan que hay que hacer lo correcto en la vida, que hay que procurar no manchar con mentiras, secretos, errores. Y nos dan portavasos, lo que divide a nuestro ser real, de nuestro ser social. Nuestro ser imperfecto, de nuestro ser perfecto. El ser humano está tan acostumbrado a que se le pida perfección, que esconde sus errores, duda de sus dudas, sufre de sus imperfecciones. El portavasos emocional, el de la vida, viene en forma de máscaras, de religiones, de mentiras. De un sin número de herramientas que usamos para no mancharnos. Para no dejar un anillo de imperfección sobre nuestra mesa, sobre nuestra vida.

Si los adultos aceptaran que crecer se trata de manchar, de mancharse, de ensuciar para aprender, entonces a los niños, que después se convertirán en adultos, no les daría miedo equivocarse. Poner el vaso sobre la mesa y aceptar que si se mancha, se mancha. Para eso está. Poner el error sobre la vida y aceptar que si se mancha, se mancha, si se comete un error simplemente se cometió, para eso está.

Y tampoco se vale usar a las demás personas de portavasos. Echarles la culpa de los errores de una relación. Acentuar, que fueron ellas las que echaron a perder algo, que ensuciar lo que no debían. Tratar de poner algo que divida a la realidad de la fantasía. A la imperfección de la perfección. Una pareja aprende de tocarse y mancharse.
Dejemos los portavasos sobre las mesas en casa de los papás, sólo para darles paz mental. Pero quitemos los de la vida, y ensuciemos todo para después limpiarlo y volver a empezar. La vida con portavasos es una vida sin aprendizaje.

miércoles, 19 de octubre de 2011

COMO CUANDO ERAMOS NIÑOS

“¿Y tienes novia?” Pregunta que es divertido hacerle a un niño de seis años. La reacción inmediata es de pena o tal vez de repulsión o tal vez de emoción. Pero desde temprana edad sabemos que los niños y las niñas se gustan y que los niños y las niñas se pertenecen y que los niños y las niñas sienten cosas raras. Eso sin aislar el hecho de que hay niños que les gustan otros niños, y niñas que le gustan otras niñas y que el hecho de pertenecerse el uno al otro queda en tela de juicio por visicitudes sociales, pero no entraré en detalles.

La inocencia que vive en la atracción de un niño hacia una niña, y viceversa, siempre ha sido conmovedora y sencilla. Una mirada, una flor cortada del patio, regalarle un lápiz, tus papas, cargarle su mochila. O, en el caso de los niños, molestarla hasta que llore, porque no sabes qué hacer con lo que sientes por ella. Y como niña decirle a tus amigas que ese niño está guapo pero es un tonto, siempre te pega. Así empezamos nuestra vida amorosa, torpes. Pero la torpeza con la que vivimos ésta etapa es lo que la hace blanca. Si guardáramos por lo menos un poco de esa inocencia mientras crecemos, el amor se volvería más sencillo.

¿En qué momento de nuestra vida volvimos al amor complicado? ¿En qué momento pasó de ser algo tierno, algo limpio, a ser algo doloroso? ¿Por qué ya no nos conformamos con saber que le gustas a alguien y que ese alguien te de un pequeño detalle en representación de sus sentimientos?
Se supone que conforme vamos creciendo vamos adquiriendo experiencia, conocimiento, sabiduría y esas herramientas las deberíamos usar para bien, para evolucionar, para ser felices. Pero resulta que es lo contrario. Si el amor es uno de los requisitos de la felicidad, debimos de haberlo dejado como lo conocimos no como lo quebrantamos. Y podría ser que las hormonas sean el villano de la historia de nuestras vidas. Que gracias a ellas los sentimientos se vuelven necesidades físicas. Que de pequeños sólo pensamos en lo que nos hace sentir bien emocionalmente y que ninguna parte de nuestro cuerpo, que no sea el corazón, se involucra. En el momento que otras partes del cuerpo empiezan a necesitar otras cosas, es ahí donde la inocencia se corrompe y todo se vuelve más complicado. Tal vez.

No es necesario vivir siempre como niños ni es necesario vivir siempre como adultos. ¿Quién no extraña ser sorprendido por todo lo que la vida te pone enfrente? ¿Quién no extraña que tus problemas eran mucho más sencillos? Pero la vida evoluciona, el cuerpo crece, las memorias se llenan de muchas cosas. Las cicatrices de niño no son las mismas que de adulto. Un niño que se raspa la rodilla jugando, nunca va a dejar de jugar, pero un adulto que se raspa el corazón amando, es capaz de dejar de amar.

Hay cosas de la infancia que se pueden rescatar. El amor puro debería ser una de ellas. Sin soñar en una utopía, sino en un mundo donde tal vez podamos regresar a solo gustarnos y que tu amiga le diga a su amigo que le diga a su amiga que le gustas. Un día en que los niños jueguen futbol mientras las niñas jueguen con la imaginación y que secretamente todos se miren de reojo. Deberíamos aprovechar el día del niño para, por lo menos, recordarlo.
  
Juguemos a querer amar, no a queres estar solos. Ser chico en un mundo de grandes nunca es fácil. Pero ser grande en un mundo de grandes que quieren ser chicos y ya no pueden, es más difícil. Aprendamos de los niños, los de afuera y los de adentro.

INVISIBLE

Las redes sociales nos dan la opción de mantenernos conectados con las personas que queramos. Fotos, videos, palabras, todo nos mantiene unidos en el mundo cibernético y un poco más alejados en el mundo real. Las relaciones, el amor, las obsesiones, el dolor, todo ha evolucionado junto con el mundo. Internet ha cambiado nuestra manera de lidiar con el amor y el desamor. Cuando terminas una relación con alguien, la manera de manejarlo se ha vuelto complicada porque la parte dolida, ardida o confundida de nosotros no puede evitar buscar a esa persona por todas las herramientas que Internet nos da, y es inevitable no encontrarla. No hay límites para la obsesión que llena nuestra cabeza y nubla nuestra vista. Antes, dejar a una persona era dejarla por completo y quedabas abandonado(a) en la duda, la esperanza, la desesperanza, la imaginación. Lo único que nos quedaba era imaginar qué estaba haciendo, dónde estaba, qué pensaba, con quién estaba. Ahora podemos averiguarlo y no solo enterarnos sino tener documentos que lo prueban, fotos, historias, lo que también nos deja con un mundo de interpretaciones erróneas muy difíciles de controlar.

El mundo cibernético nos da la oportunidad de hacer algo que el mundo real no permite. Nos da el poder de ser invisibles mientras merodeamos como fantasmas en la vida de la persona que nos duele o nos atrae. Facebook tiene un estado es su chat que te permite permanecer invisible mientras tú ves quién está visible. MSN igual, básicamente todas las herramientas lo tienen para tener cierta privacidad en nuestra locura. En el mundo real eso no existe, no puedes pararte frente a esa persona y ver qué hace sin ti mientras ella no se da cuenta. Las redes sociales nos permiten ser fantasmas en un mundo lleno de almas desconsoladas, desesperadas y enamoradas. La curiosidad es saciada de inmediato, el problema es que también es alimentada por historias creadas por nuestro dolor. Una foto que puede ser inocua, la convertimos en la peor imagen. Una palabra que no está dirigida a nosotros, nos la tatuamos.
Amar y doler es más difícil en el Siglo XXI porque el poder de la invisibilidad nos convierte en espectros, no en seres vivos. Tal vez no es mala idea regresar a lo básico del dolor y el amor. A estar solo con nuestro pensamiento sin alimentarlo de basura cibernética. El estilo de vida de ahora es más orgánico, está de moda la comida verde, las cosechas, lo natural; lo mismo debería pasar con nuestros sentimientos, debemos llenarlo de menos insecticidas mediáticos.

viernes, 15 de julio de 2011

BARBADO





Lo Admito, de niño quería tener una barba muy poblada, tupida y bien negrita, planeaba hacerme muchos estilos en ella al igual que lo hacía mi padre. Hoy es un poco tortuoso tener que pasarme una y otra vez la cuchilla por la cara, es de esas cosas  que duele mucho hacerlas -literalmente hablando- y tan solo quisiera que hubiese un modo más sencillo y menos doloroso para tratarla.

A los trece  años ya tenia ese bozo en la parte superior de mis labios y a los catorce aquella llamada "barba de chivo" comenzó a dejarse ver sobre mi mentón, estaba contento, era lo quería, todo bien hasta  que los más "montadores" de la clase como es típico de ellos mofarse de quien sea y cuando sea, empezaron a decirme "abuelo" , todo por aquella representación cápilar que surgia de entre mi epidermis fácial y que ellos no poseían aún  -de hecho ninguno de mis contemporaneos compañeros de clase de aquel entonces daba siquiera señal alguna de vello fácial- y que me hacía ver un tanto más grande que ellos.

Debo confesar que nunca me gustó verme mayor que mis otros compañeros, tuve que lidiar con eso hasta mis 16 años  en donde el tiempo parece haberse detenido para mi cuerpo. a esa edad gran parte de mi cara estaba ya poblada por una fina capa de negras hebras de cabello que a diferencia de otros, en mi cara no creció con ese desorden con el que suelen manifestarseles al resto de los adolecentes, la mía era más bien como una cascada que bajaba siempre de mis pomulos hasta la linea delimitoria entre mi cara y el resto del cuerpo, no estaba mal, pero aún faltaba. ¿Como esque aún despues de tres años mi bigóte no logra pegarse a la barba de mi mentón? ¿Por qué la barba que crece en mis mejillas se rehusa a seguir su camino hasta encontrarse con el bigóte? nunca lo supe, pero hasta el sol de hoy mi rebelde bigóte se niega a socializar con el resto de mi barba, dejando un inusual espacio sin vello en mi cara, que no solo me daba una apariencia desordenada sino poco agradable a mi vista, pensé entonces, ¡ya es hora! ¡te vaz, porque yo quiero que te vayas! Un poco de agua y jabón de baño, una cuchilla de afeitar baráta  y en una dolorosa sesión mi naciente barba se fué.

Entre cicatrices de pequeñas cortadas  y enrojecimiento sobre la irritada piel de mi cara pude observar como ella me decía "volveré" y pude sentir su aire a venganza con el cual me hacia su promesa. No pude evitar ser motivo de burlas al otro día en colegio -malo porque sí y malo porque nó- mi carácteristica barba ya no estaba y en su lugar pequeñas marcas de sangre seca que me hacian ver todavía más raro eran el principal material para chistes pesados acerca de mi apariencia.

Así pasó el tiempo, mi extraña barba volvió a aparecer, se hizo esperar pero finalmente se presentó, semanalmente lo hacía, pero no duraba mucho su estadía, púes mi afilada cuchilla siempre estuvo presta a desalojarla, ya no quería una barba, ya no quería estilos de barba sobre mi cara, solo la quería fuera. No fué si no hasta aquella epoca en la que acudí a mi servicio militar obligatorio, -en un batallón que parecia más una casa de muñecas, en donde la presentación personal era primordial- en donde este malvado conjunto de cabellos cumpliria su amenza de vengaza. Todos los días durante un año  entero en las frías madrugadas tuve que someterme a la tortura de pasar por mi cara hasta 5 veces una desgastada hoja de afeitar, púes mi barba ahora era una tupida selva de gruesos cabellos y tan oscuros como el cielo en la noche. Diariamente era como pasar un rastrillo de aluminio por mi cara y las lagrimas no se hacían esperar ¡¡que dolor!!  ¡condenada barba!  Dejar de afeitarme no era una opción, el castigo tenia la tendencia a ser peor, asique como todo un macho soldado combatiente pude soportarlo.
Habiendo superado al ejercito y a sus peripecias, ya en la vida civil hice la tregua con mi barba, me despedí de la cuchilla de afeitar y dejé que la cascada se alojara de nuevo sobre mis mejillas, pero ella no estaba dispuesta a hacer un cese pacífico, venia agresiva y llena de ira. Sus mas grandes cabellos gruesos y puntiagudos como agujas, se enterraban cual certera puñalada entre los poros de mis mejillas y crecian y crecian y crecian... de nuevo tuve que enfrentarme a otra fastidiosisima irritación que me causaba comezón y ardor, lo cual me llevó a islar mi cara ante el resto del mundo, rechazar un beso en la mejilla  ya nó era solo por antipatía mía y era mejor que ni el aire osara a tocar esa area si alguien quería verme de buen humor.

Entre afeitada y afeitada aprendí a manejarla y tratarme bien con ella. Agua caliente sobre mi cara para abrir los poros, espuma de afeitar con ph no mayor a 12, cuchillas triple hoja lubricadas para piel sensible, una pasada en dirección del crecimiento y luego otra en dirección contraría si se la quiere al raz y hacerlo cada 3 dias o semanalmente cuando suele enojarse. La fina cascada que solía ser antes ahora es una aspera quebrada a la cual le hago retoques de vez en cuando con un maquina cortadora de cabello numero uno, dejandole definidas las lineas que dejan ese extraño separador entre mi bigote y el resto de la barba, convirtiendola en un estilo que solo a mí me queda bien. Una afeitada exitosa es un evento escaso y casi siempre lo tomo como un buen augurio. No podría tener un trabajo en el que tuviera que afeitarme todos los días. Ahora sólo me afeito cuando voy de desorden con mis amigos o cuando voy a salir con alguien que me gusta -O sea que pueden tomarlo como un cumplido si me ven afeitado- 

A muchas -y a muchos tambien- les gusta la relación que hay entre mi barba y yo, apesar que ella está dispuesta a chuzar como cactus a quien se atreva siquiera a acercarse a su territorio, y me avisa con agudos punzones su descontento al respecto, pero he sabido llevarla y ella ha sabido convertirse en varias ocaciones en mi  sexapeal infaltable.  

domingo, 10 de julio de 2011

SOBRE MAMERTERÍA

Algunas personas dicen que todos los que nos dedicamos a las humanidades somos "posudos" y pretenciosos (ahora prefiero no tocar el aburrido tema de la homeopatía). Tal vez todos lo seamos o no.
Estar o no estar de acuerdo con esa afirmación es como agarrarle la cola a la serpiente. Me gustaría acotar más bien que, aunque no todos los somos casi todos en algun momento lo hemos sido ( y lo seguimos siendo aveces) y creo que el haberlo sido o serlo es motivo de orgullo, sobre todo por los vientos de para-derecha que estan soplando en este país.

Hace algun tiempo en la Universidad Central habia un graffiti  que decía: "juventud sin rebeldía es servidumbre precoz". Es decir que la juventud es el tiempo para ser rebeldes, que la adultez (sinónimo de adulteración) es el tiempo para ser serviles. El graffiti dice que tarde o temprano debemos ser serviles, como un destino social. ¿Cuándo será que empezaremos a volernos serviles? ¿Cuándo terminemos la carrera, la maestría, el doctorado?, ¿Cuándo nos casemos y tengamos hijos? ¿Cuándo compremos nuestra propia casa? Esas preguntas me pusiseron muy triste la verdad. ¿Y que pasa entonces con los que no nos queremos reproducir, "madurar" seguir las estapas de la vida?

Lo anterior me hizo pensar en mi papá... que salió de su país buscando un sistema menos sumiso y que se atreviera a alzar la voz, que me regaló el Manifiesto Comunista  cuando tuve la loca idea de ingresar al seminario para futuros sacerdotes, y que ahora, cada vez que hay una marcha, me llama en un acto contradictorio a su juventud y me dice; "no vayas porque te van a tirar gas, que vayan los demás, tú no, ¿Por qué te pones a luchar por una causa perdida?"

Me gusta la frivolidad en el ambiente del grupo de los llamados "mamertos" (aunque aveces sea tan buscada que se convierta en pose) pero obtener esa frescura con la vida sólo se logra despues de años de desencantos y vergüenzas. Por eso, para ser toleantes con los que empiezan (y aveces nunca acaban) es justo confesar que ALGUNOS HEMOS SIDO UNOS MAMERTOS. El concepto de "mamerto" que habrá sido discutido entre ténues charlas a la par de un café en cualquier panaderia de esquina o bien entre las verdes zonas de alguna universidad pública  mientras se mira al firmamento, hay que reconocer que casi siempre se ha usado de manera insultante y algo excluyente. Algunos osados se atreven a decir que es un concepto que la misma izquierda se inventó para nombrar a los que siendo tambien de izquierda tienen un pensamiento "tibio". Otros dicen que es una forma peyorativa de la derecha para tratar a la izquierda. Sea lo que sea, lo estoy conviertiendo YO aquí en un concepto revolucionario, insurrecto y conspirador, ya que una palabra puede superar su historia constitutiva de agravio y convertirse en otra cosa.

Tal vez algunos confiesen que han sido miembros de la mamertería (Bufandad, le llamman algunos literátos, también por lo de llevar gabán, paraguas y un libro de Cortázar donde quiera que fuese, sobre todo en la éspoca en que simpatizaban con la lucha sandinista). La mamertería  es más bien la pose del mamerto. Tal vez otros confiesen que mientras los amigos disfrutaban de fiestas en discotecas y salidas a cine y otras cosas de esparcimiento libre, él o ella se sentaba en un rincón del bar a leer o a tomar notas ( y no faltaba el incauto al que eso le pareciera interesante ). Podrían también confesar que han deambulado solos o con un único amigo por las calles del centro de Bogotá  con media botella de whisky entre el morral queriendo sentirse como Charles Bukowski. Tal vez algunos  confiesen que se metieron a estudiar cine, literátura, sociología, antropología, semiótica, folosofía, historia, artes, música, incluso estética y otras tandadas de carreras afines porque a sus amigos les gustaban sus poemas, opiniones críticas, canciones, colección de películas y juraban que ser escritor, dictar cátedra, pintar un cuadro, componer o interpretar una canción, hablar de la cultura  y de teorías de construccionistas, era muy fácil. Y finalmente, podemos confesar todos juntos que esta misma  confesion tiene algo de pose, de impostura, y de ganas de parecer interesante.

La verdad el tema de la mamertería me seduce. tal vez para algunos (incluyendome) ni la mamertería (que gracias a una afortunada comba de degeneración lingüistica nos cayó desde la sociología política como una bendición podrida) ni la decadencia son una una opción, son parte de una respuesta natural a la adultez pseudo burguesa que nos apremia cuado nuestros amigos empiezan a volverse  ingenieros y jugadores de fútbol, un afán por armar comunidad.

En donde difiero tal vez de otro grupo para quienes la mamertería es sinónimo de aburrimiento, y que la mamertería , la intelectualidad y el bukowskismo son contrarios a "pasarla bueno", yo confiezo que las mejores tardes a ritmo de capuchino y salidas acompañadas con camara fotográfica, las he tenido con éste grupo de personas unidas al club de los mamertos, por encima de la imagen de menear la pipa y sentirse como una "mierda", y analizar la poetica del vallenato, la bohemia tambien puede seducir hasta a el mas exigete de los citadinos.

Que vayan a encontrar simpatías citando a Borges y a Cioran es un tema aparte, que quemen los discos de Silvio Rodríguez y que aprendan  a bailar salsa o de plano solo a sentir el ritmo de la música y a encontrar temas de análisis en las canciones de Rubén Blades o de Calle 13, la mamerteria también es una forma disidente de mirar la cultura y de ser un eterno estudiante (así lo veo yo), asique no hay problema con este grupo de gente, vistos como extraterrestes algunas veces, por sus circundantes ganas de cuestionarlo todo. para todos ellos un sincero agradecimiento por hacer que mis ojos descansen la vista en ellos.

viernes, 24 de junio de 2011

VERSOS PA' LA LUNA

By @linarouge

Luna como me haces de feliz carajo,
Me recuerdas a aquel gamín perfecto que le gustaba mirarte y sonreír,
Esas noches en las que lo único que hago es leer y pasear en silencio por mi casa.
Luna fiel compañera, que muchos menosprecian porque le robas la luz al sol.
Luna, astro que evoca la nostalgia,
Satélite que algunos juran ya haber conquistado,
Los científicos te roban el encanto porque te reducen a un espacio frío y lleno de polvo, cual cenizario,
Los enamorados te permutan, regalan, juran en tu nombre,
Y los solitarios te ponemos de mensajera;
llévale un beso soplado...

miércoles, 22 de junio de 2011

COSAS QUE ENAMORAN PERO QUE A LA VEZ ABURREN

Para empezar, quisiera compartir lo que una vieja amiga mía escribió en un post de una red social una vez

"No les ha pasado que conocen a ese chico o chica súper interesante, inteligente, siempre tiene una respuesta para todo y esa mirada desafiante detrás de las gafas, UFFF... Pero vamos! TIENE QUE CONCEPTUALIZARLO TOOODO! Es decir, Porque quiero comprar unos zapatos rojos de tacón estoy apoyando el paradigma establecido sobre la feminidad???

O aquel chico aventurero, descomplicado, espontáneo, súper sociable, divertido, PERO ES que carajo! siempre tiene que actuar como un payaso! no pues, tan loco el malp... tiene necesidad de llamar la atención para sentirse vivo! además todavía no se me quitan los moretones de la última escalada! es que no podemos ir a cine de vez en cuando?

Y que me dicen de aquel caballero de gallarda armadura y corcel plateado, respetuoso, amable con todo el mundo, prudente, el que te lleva flores, mariachis, te presenta a los papás, te escucha, pero como así que llevamos más de 6 meses saliendo y nada de nada porque no quieres "faltarme al respeto", papito si se lo estoy pidiendo es por algo no le parece!!!

No sé ustedes que opinen, pero es chistoso como eso que tanto nos gustaba de una persona termina sacándonos de casillas".

 Opino que la idea de desencantarse de lo que antes gustaba, no es otra cosa más que el desgaste natural de las cosas. Como seres humanos somos inconformistas, queremos más de lo mismo pero pedimos al tiempo algo diferente. Nos cansamos de la uniformidad de las cosas, pero cuando tenemos la variedad en frente preferiríamos estar nuevamente en la monótona uniformidad que por fuera detestábamos pero que por razones de evolución humana ya la teníamos acoplada en nuestro sistema de "ASPC" (apoyos y servicios para el cuerpo).
Pero nuestro nefasto sistema de defensa de la moral y la hipocresía se activa y se niega a recibir lo que llamamos conciencia social, y sin ella, somos disfuncionales moralmente y por ley humana tenemos que echarle la culpa a alguien o a algo. Es entonces que aparecen estas súcubas mujeres de dudosa ética moral, puesto que siendo ellas las mujeres más inteligentes, las pensantes, las del estatus quo superior, las educadas en casa bajo criterios que les inculcan desde la cuna, estas perversas mujeres deciden "revolcarse" (en todo el sentido de la palabra) con estos gañanes. Aquellos hombres que se comportan como unos "malparidos" son sucios, desastrosamente indecentes y podrían representar la antítesis de la evolución humana.






 A! pero no le diga nada a aquella chica que anda con este seudo ser humano, pues seguramente se argumentará con comentarios ácidos e irreverentes para defenderse, y creerse la rebelde del momento, porque según ella está cansada de tratar de entender, al bohemio clásico con el cual no va poder hablar de Daddy Yankee o de Guns and roses -porque es que ella es  diferente-  a ella no le va a gustar el chico tierno y sensible que la sepa entender incluso en los días de la visita de la mancha roja que nos jode tanto a hombres como mujeres, porque según ella eso no es un hombre si no de un hombre gay, y mucho menos le va a gustar el chico meticuloso con el que simplemente no va a lograr más que un almuerzo casero.



a esta generación de hombres -1980/1991- se nos ha inculcado hasta en los calzones, que a las mujeres se les debe respetar, que se les debe entender, y que se les debe hablar y ponerse en sus zapatos, pues durante toda la historia han sido la "especie" mas "sufrida y sacrificada", y nos ponen como punto de referencia y para hacernos sentir culpables el hecho de que son ellas quienes dan a luz, entonces a ellas a hay que ponerlas en un pedestal, y conquistarlas con los detalles que hacen que ellas se sobre valoren por encima de los bastardos y arrogantes hombres que ellas han parido... ¡¡¡pero por favor!!!. En pleno siglo XXI a las mujeres no les basta con un ramo de rosas porque ya es anticuado y como dicen las colombianas "muy boleta", una tarjeta es demasiado cursi, el chocolate lo aceptan porque ninguna se va a negar a probarlo (a no ser que tenga diabetes) pero no esperen nada a cambio de eso. ¿llevarla a ver un atardecer? ¡por favor! más bien llévela al centro comercial de moda y métala en un cinema a ver el resplandor del sol en la película de cartelera, no la aburra con sus gustos literarios y opiniones sobre música y arte, no sea caballero porque la mata del tedio, no hable como el intelectual que es -si es que considera serlo- métase en onda y sea todo un "chulo" que eso a ellas les encanta, y no tema ser un baboso imitador de lo que ya se ha visto porque es mejor así a que sea un hombre único y de destellante personalidad, porque ellas se cansan de eso.

La doble cara de la moneda está presente... las chicas quieren a un hombre que las consienta, que sea su paladín, su genio de la botella, la mezcla entre Brad Pitt y Julio Cortázar su otra mitad del sol, pero no por mucho tiempo. Después de un rato se cansaran de eso y entonces querrán a u hombre de una sola neurona que las lleve a la cama cuando ellas tengan ganas, un patán tonto hermoso de aspecto “grunche” que deje ver el "macho" involucionado que es, ese hombre disque "sexy y el ciclo de la sobrevaloración de las féminas empieza de nuevo.