martes, 1 de mayo de 2012

LA FILAFILA

cuando se procesa una idea del infierno, en algún recoveco de la mente del ideador aparece una fila. infierno no es infierno sin una. lo del calor es lo de menos. el infierno es esperar en una fila; esa cadena fragmentada de seres humanos que deben detenerse en un solo lugar del universo, cautivos de la disposición de un tercero, quien, sin consultarles, los obliga a acumularse, uno a uno, uno detrás de otro, para que esperen algo, algo que llegará, algo que deberá ser entregado, algo que se informará, algo que se alargará.

La inusualísima visión de un banco con menos de cinco cuerpos conformando la fila de la que uno hará parte es bocatto di cardinale para el espíritu contemporáneo, acostumbrado a esperar y desesperar en este mundo que marcha a ritmo de cronómetro, a un segundo por segundo, a un siglo por milenio, etc. La filafila es la prueba suprema de la paciencia, de la resiliencia y del tesón para lidiar con el enemigo capital: el tiempotiempo; la invención más compleja e inevitable de la humanidad, por encima de dios y del rating (por algo, el papá griego de los dioses olímpicos es don cronos). Hacer fila es pararse sobre una baldosa, adquirir postura de mártir o de modelo de zapatos, y respirar lentamente, mirando al infinito imaginario, como un monje autista; es pararse sobre un andén, en una sola pata, como una garza burocrática, porque no hay de otra, porque aquello que perseguimos sólo se puede obtener al otro lado del cordón corporal, en esa terrible frontera comunicativa llamada ventanilla. Por eso, los bancos atraen a sus clientes con la carnada de “métase aquí, que le tenemos la conexión por internet, para que no tenga que hacer laputafila”. Pero internet no nos salva de las filas de reclamos en la etebé (más largas y constantes que las de pagos). Internet no nos salva de la fila para solicitar el pasado judicial, para que le probemos al mundo que no hemos matado a gaitán, ni robado un pan de supermercado.

Durante la filafila de lo que sea, nuestra mente divaga, a razón de mil palabras por imagen; se resuelven crucigramas y encrucijadas, se insertan alfileres vudú y se extirpan mocos de moco. La fila es el símbolo terrícola del mutuo desdén, del control del prójimo sobre el lejano. El que madruga a conseguir un buen lugar en la fila de la embajada de Alaska para que un fulano ocupe su puesto seis horas después, es un héroe digno de admiración, al que dios no lo ayuda, al que no le bastan mil cervezas de recompensa por tamaño sacrificio. Para pararse en una fila y persistir en ella sin desfallecer, es recomendable llevar un libro para leer durante aquellos minutos insufribles; ojalá un texto fácil y pop, del tipo el vendedor más sexy del mundo, bandeja paisa para el alma o los mejores 1000 chistes de esquimales). si no sabe leer de corrido, o le mama la literatura, tenga a la mano un reproductor de emepetrés, un disc-man, un walk-man o un watch-man, para meterle música a esa cabezota, que tanto gusta de delirios paranada. Si no posee ninguno de estos artefactos, levántese una amistad para hacerle la conversa. Se sugieren temas álgidos e inagotables como el calentamiento global, el enfriamiento piramidal o el entibiamiento cúbico. la idea es drenar el cerebro y hacer circular la materia gris; porque la filafila es el hervidero de sesos por excelencia. La masacre de pozzetto tuvo que haberse fraguado en el puesto 57 de una fila para pagar el impuesto al deporte............¡el quesigue!

1 comentario:

  1. Uno creería que hay cosas en la vida que no importan como una puta fila... pero usted me ha hecho ver que a la "filafila" en vez de soportarla hay que trasnformarla más bien! buena ésa!

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