martes, 13 de marzo de 2012

AMNESIA DEL DOLOR

Cuando un bebé nace, dicen que el dolor del parto es muy grande si se hace natural. Todos hemos visto por lo menos en películas cómo, cuando una mujer está dando a luz, grita incontrolablemente, suda, llora, puja, respira. Todos hemos, por lo menos escuchado, que parir duele y duele mucho. Sin embargo hay familias que tienen más de un hijo. Si el dolor es tan fuerte ¿por qué vivirlo dos veces? La teoría más conocida es que ese dolor, la mamá lo olvida, que así está programada la naturaleza. Si no fuera capaz de olvidarlo, no sería capaz de volver a tener hijos. Me pregunto entonces si esta teoría aplica cuando se trata del amor.

Todos nos hemos enamorado, por lo menos una vez (espero). Y todos nos hemos desenamorado, por lo menos una vez. El amor trabaja a la inversa que el parto. Enamorarse no duele nada, se siente, como supongo se siente, cuando ves a tu hijo por primera vez. Todo se borra. Todo es felicidad. No hay nada más grandioso en tu vida. Te sientes completo.

Pero el desamor, entonces, se puede comparar con la labor de parto. Duele y duele un jurgo. Gritas, sudas, lloras, pujas, respiras. Juras nunca volver a pasar por eso. Y digo que el amor trabaja a la inversa porque en el parto después del dolor viene la felicidad y en el amor, después de la felicidad parece sólo venir el dolor.

Pero entonces, si nos hemos enamorado más de una vez eso quiere decir que tal vez, sólo tal vez, nuestra naturaleza también está hecha para olvidar el dolor y poder repetir el amor. Si no nadie lo viviría dos veces. Si no nadie tendría más parejas.

Entonces es aquí donde se puede dividir el miedo (porque al final el dolor causa miedo). El miedo que todos piensan que le tienen al amor no es miedo al amor sino al desamor. ¿Por qué habremos de tenerle miedo a una sensación que provoca felicidad? No le tienes miedo a las alturas sino a caer desde esa altura. Entre más alto, más fuerte el golpe.

No. El amor no duele. Duele el momento en el que dejas de amar, en el que te dejan de amar. El dolor de parir la idea de que no estarás más con esa persona. O de que esa persona ya no te hace sentir lo que te hacía sentir antes. Gritas, sudas, lloras, pujas, respiras.
El pavor de la desintoxicación (es más fácil ser adicto que desintoxicarse).
El pavor a sufrir como todos sabemos que se sufre cuando se muere algo, alguien, todo.
Entonces, ¿será misericordiosa la naturaleza y nos dará el don de olvidar el dolor para un día volvernos a enamorar, a que se nos quite el miedo de caer? Como siempre, creo que la naturaleza hace su parte pero nosotros también tenemos que poner de la nuestra y tal vez fingir olvido para vivir amor.

lunes, 5 de marzo de 2012

HOMBRE DE CABELLOS BLANCOS

Subí al transmilenio (sistema de buses articulados de transporte másivo en Bogotá) y busqué un asiento con la mirada. Me di cuenta de que un anciano sentado junto a la ventana puso su mano en el asiento vacío que estaba a su lado para que no me sentara allí. Me hizo gracia y por lo mismo me senté justo detrás de él. Lo observé con cuidado. Su cabello, además de escaso, era completamente blanco. Cada vez que alguien subía, hacía el mismo gesto y se salía con la suya. Toda una leyenda.
Que todos o casi todos preferimos que nadie se siente a nuestro lado en el autobús, en el tren y en el metro es un hecho, pero no pasa de ahí, uno se aguanta o está tan ensimismado que le da igual. A él no le daba igual, no estaba dispuesto a aguantarse. Me pregunto si algún día llegaré a ese nivel de rechazo a la compañía. Espero que no, no creo. Como sea, era de noche, y era una noche linda, acababa de hablar con quien me arruga el corazón constantemente, era el último servicio expreso, estaba cansado aunque no había hecho gran cosa, en realidad había tenido un día más bien aburrido, no esperaba nada de un viaje relativamente corto de regreso a casa en transmilenio. Pero lo encontré a él y su sola existencia me alegró y tuve un viaje entretenido hasta el portal de buses donde debía bajarme. Descubrí entonces que la misantropía puede tener efectos raros como ese.