sábado, 26 de enero de 2013

SEDIENTOS

 
 
-Sentados. Uno al lado del otro.
Sentados como un par de perfectos extraños . Dos extraños que se conocían mucho. Dos extraños que se conocían poco. ¡Eso es irrelevante! Eran dos extraños que tenían mucha sed.
 
-¿sed?
 
-Sí. Sed. Uno tenía sed del otro y viceversa. Sed de conocerle y no conocerle. Sed de amarle y no amarle. Sed de las palabras que se dijeron y las que no se dijeron. Sed de las palabras que no se dirán más. Tenían sed del silencio del otro. Sed de amarse, incluso en eso que llamaban no amor. Sed de un adiós que sus bocas no pronunciarían, un adiós que era prolongado por el silencio que los rodeaba cuando se encontraban ... Sentados. Uno al lado el otro. Sentados como un par de perfectos extraños.
 
-¿Entonces?
 
-Entonces descubrí que no sólo nosotros teniamos sed. Encontré el fragmento adecuado de uno de los poemas más bellos jamás escritos ; "Le monde a soif d'amour" . ¡Todo el mundo tiene sed! Insaciable, repulsiva, patética, in-existente, im-posible. Me pregunté si en realidad había logrado yo matar al amor. Si el mundo no lo había matado entonces yo tampoco, ni siquiera en el mundo mío, ni siquiera en el mundo suyo, ni mucho menos en el mundo por el que caminan todos esos sedientos que no saben amar. Entonces supe que era amar. Amar es poder ver mi reflejo en sus pupílas. Sonriéndome. Sonriéndole.