miércoles, 30 de mayo de 2012

UNA VACA BACANA

Desempolvando cosas viejas de mis multiples proyectos gráficos y escritos sin terminar, me encontre con éste  cuentico que me inventé un día de esos en los que la  mamera existencial ataca .  Recuerdo haberlo hecho con la sangre tan ácida como el limón, recuerdo tambien que se lo dediqué a mi único sobrino quien entonces no sabia leer (menos mal) y recuerdo haberselo leido cuando lo único que a el le importaba era taladrar con sus debiles dientes un pedazo de panela que quien sabe como y donde lo consiguió.
 he decidido publicarlo aquí tal cual como lo escribí aquella vez, sin ediciones, y sin correcciones de estilo (igual nunca las hago). Y dice así.



Lulú era… ¡Mentiras! Lulú es (porque no se ha muerto. Ni siquiera ha existido nunca). Decía que Lulú es una vaca. Lulú, la vaca, es una vaca de esas que no hay por aquí. Las hay por allí, que queda más lejos y contiene muchas vacas como Lulú, la vaca.
¡Ah! Olvidé decir... ¡Mentiras! No olvidé decir, porque éste es un cuento escrito; y en los cuentos escritos no se dice nada: se escribe. Olvidé escribir que Lulú era… es una vaca bacana. Como ya lo escribí, no lo volveré a olvidar.
Lulú, la vaca bacana, es bacana porque no dice nimú. Dice, en cambio, me, mi, ma, mo y hasta miau. Pío nunca ha dicho, porque no se sabe la pe… y no es ningún pollo. Mucho menos guau, porque sí se sabe la ge… pero no le interesa.
Un día, Lulú estaba pastando en un postrero. Te preguntarás, querido sobrino analfabeta, qué cucús es un postrero, y cómo es un día lulú.

Te responderé lo primero para que no te aburras…
Voy a sacarte de dudas… ¡Aquí vamos!… ¡Eeeeso!… ¡Ya casi!… ¡Listo, niño!… Ya no estás más en dudas… Ahora estás en problemas… Porque este cuento nada que se acaba, caba que se anada.
Un postrero es un potrero para una vaca. Mejor dicho: para una vaca un potrero es un postrero. Mucho mejor dicho: un potrero es un postrero para una vaca bacana. Como Lulú es una vaca bacana, pues para ella un potrero es un postrero… Porque el pasto que lo cubre sabe a postre para sus ojos. Mejor dicho: para su lengua. Mucho mejor dicho: para su gusto de vaca, de vaca bacána.
Cada hojita de pasto del postrero que masca Lulú,  le sabe a una fruta distinta (fruta en forma de helado, claro está): piña, fresa, mora, uva, coco, huevo, manzana, cereza, frambuesa, sabuesa, pistacho, vainilla, sapote-turrón… chocolate, guanábana, melocotón, hembrononón y mil doscientos cincuenta  sabores más.
Un día lulú es así: de todos los colores del círculo iris… ¿Conoces el arco iris?… Pues un círculo iris es el doble de bonito… ¡Lástima que sólo sale cuando llueve! Un día lulú huele a chicles de todas las frutas que ya dijimos (Yo las escribí y tu papá las leyó). En un día lulú, hace sol, hace luna y hace nubes, pero sin lluvia. Nubes de casi todas las formas. Mejor dicho: ca-si-tó das-las-for-mas. Peor dicho: de todas las formas, menos de ornitorrinco.
Ya que estamos de regreso, en un día lulú no suenan los teléfonos para interrumpir cuentos. En un día lulú, los niños no comen sopa… se la toman. En un día lulú, sale Pinocho tocando tambor… o en su defecto, sale Peter Criss, el baterista de KISS… o en su cualidad, salen los esqueletos de sus tumbas… ¡Chúmbala cachúmbala cachum balá! En un día lulú, nadie te leee cuentos aburridos… Te len cuentos pendejeos como éste.
Decía que un día lulú, Lulú, la váca bacana, estaba pastando en un postrero. Mejor dicho: estaba rumiando pasto. Mejor mejor dicho: estaba comiendo pasto. Si pastar es comer pasto… entonces sopar es comer sopa, panar es comer pan, galletar es comer galleta. Luego de eso, puedes platanar, bananar, jugar, cantar y paladar.
Lulú, la va ca ba ca na, estaba pastando en un postrero… cuando llegó Totó, el cucuñú, y le dijó ¡Bu!. Como era de esperarse, Lulú no dijo Nimú. No sólo porque no lo decía, sino porque Totó, el cucuñú, no asustaba ni a un bus, no cargaba ni una cruz y tenía un poco de pus para cantar blus. Totó le dijo que pum, que tuc, que chuz, que tun y que . Fue entonces cuando Lulú dijo ¿Yo?Sí, tú, dijo Totó… Lulú dijo ¿Tú?No, tú, no… Yo, dijo Totó, como todo cucú… ¿Yo?… Dijo la vaca bacana, Lulú… No, tú, dijo el cucuñú, Totó…
…Y así se la pasaron, se la pastaron y se la postraron toda la noche, tooda la maña y toooda la tarde lulú, Lulú, Totó, tú y yo…
fin… Mejor escrito: FIN
Posdata: esperemos que eñl día que sepas leer, me perdones por ésto.

oy y sápap sut somos euq sotnot ol ed atneuc sárad et ,séver la reel a sadnerpa odnauc


miércoles, 16 de mayo de 2012

PIEL INDIFERENTE!

Unos días atrás me salió una mancha roja en la piel, era pequeña y poco escandalosa así que decidí ignorarla. Mi piel suele tener repentinos brotes de cosas raras que desaparecen en algunos días . Alergias . Así que supuse que eso sucedería . Unos cuantos días adelante y la mancha se volvía cada vez más grande . Extraño . La dejé vivir todavía unos días más esperando que si la ignoraba, desaparecería . No fue así . Cada vez se hacía más grande y el rojo se volvía más un café claro . Ni modo, es hora de ir al doctor, cosa que detesto pero que aventajo gracias a que me madre es enfermera y su amistad con algunos doctores me hace agilizar ese tedioso proceso de pedir una cita medica.

Fui al dermatólogo, le tomó 2 segundos descifrar lo que tenía : una algergia con nombre mamón. Después dijo esta frase: “Tu piel tiene un sistema inmunológico indiferente” Me dijo que a mi piel no le importaba defenderse de nada, que cualquier organismo externo que la toque, le da igual. ¿Qué? Sí, así es.

El doctor me dejó ir con una pomada que prometió desaparecería la alergia de inmediato.
En el camino de regreso, no pude mas que pensar en esas palabras: “tu piel es indiferente”. ¿En serio? ¿Le da igual? O sea que ¿si alguien me toca, mi piel reacciona con los hombros levantados y un gesto de indiferencia? Me suena conocido.
Después de ese diagnóstico, visitar cualquier otro especialista será motivo de pánico. ¿Qué tal si voy con un cardiólogo y me dice lo mismo? “Caballero, usted tiene un corazón indiferente, por eso los latidos a destiempo” O un urólogo “Caballero, a su pene le da igual” ¡Cállate los ojos!

Caos mental. Estoy hecho de indiferencia. Si lo que cubre mi cuerpo es indiferente, ¿qué esperanza tienen los demás órganos?
Después de unos minutos dejé el drama a un lado y recordé las palabras que después dijo el doctor: “Hay pieles que se curan, que se recuperan. Así de la nada. No sabemos por qué y no hay medicina que lo haga, sólo pasa”.

Una ventana de esperanza. Tal vez, sólo tal vez, si dejo de pensar en la indiferencia y le ayudo a todo mi cuerpo con “pomadas” empezará a sentir algo, dejará de levantar los hombros y fruncir los labios.
Al final, es la indiferencia la que mata, pero la lucha contra ella la que hace que sobrevivas.

martes, 1 de mayo de 2012

LA FILAFILA

cuando se procesa una idea del infierno, en algún recoveco de la mente del ideador aparece una fila. infierno no es infierno sin una. lo del calor es lo de menos. el infierno es esperar en una fila; esa cadena fragmentada de seres humanos que deben detenerse en un solo lugar del universo, cautivos de la disposición de un tercero, quien, sin consultarles, los obliga a acumularse, uno a uno, uno detrás de otro, para que esperen algo, algo que llegará, algo que deberá ser entregado, algo que se informará, algo que se alargará.

La inusualísima visión de un banco con menos de cinco cuerpos conformando la fila de la que uno hará parte es bocatto di cardinale para el espíritu contemporáneo, acostumbrado a esperar y desesperar en este mundo que marcha a ritmo de cronómetro, a un segundo por segundo, a un siglo por milenio, etc. La filafila es la prueba suprema de la paciencia, de la resiliencia y del tesón para lidiar con el enemigo capital: el tiempotiempo; la invención más compleja e inevitable de la humanidad, por encima de dios y del rating (por algo, el papá griego de los dioses olímpicos es don cronos). Hacer fila es pararse sobre una baldosa, adquirir postura de mártir o de modelo de zapatos, y respirar lentamente, mirando al infinito imaginario, como un monje autista; es pararse sobre un andén, en una sola pata, como una garza burocrática, porque no hay de otra, porque aquello que perseguimos sólo se puede obtener al otro lado del cordón corporal, en esa terrible frontera comunicativa llamada ventanilla. Por eso, los bancos atraen a sus clientes con la carnada de “métase aquí, que le tenemos la conexión por internet, para que no tenga que hacer laputafila”. Pero internet no nos salva de las filas de reclamos en la etebé (más largas y constantes que las de pagos). Internet no nos salva de la fila para solicitar el pasado judicial, para que le probemos al mundo que no hemos matado a gaitán, ni robado un pan de supermercado.

Durante la filafila de lo que sea, nuestra mente divaga, a razón de mil palabras por imagen; se resuelven crucigramas y encrucijadas, se insertan alfileres vudú y se extirpan mocos de moco. La fila es el símbolo terrícola del mutuo desdén, del control del prójimo sobre el lejano. El que madruga a conseguir un buen lugar en la fila de la embajada de Alaska para que un fulano ocupe su puesto seis horas después, es un héroe digno de admiración, al que dios no lo ayuda, al que no le bastan mil cervezas de recompensa por tamaño sacrificio. Para pararse en una fila y persistir en ella sin desfallecer, es recomendable llevar un libro para leer durante aquellos minutos insufribles; ojalá un texto fácil y pop, del tipo el vendedor más sexy del mundo, bandeja paisa para el alma o los mejores 1000 chistes de esquimales). si no sabe leer de corrido, o le mama la literatura, tenga a la mano un reproductor de emepetrés, un disc-man, un walk-man o un watch-man, para meterle música a esa cabezota, que tanto gusta de delirios paranada. Si no posee ninguno de estos artefactos, levántese una amistad para hacerle la conversa. Se sugieren temas álgidos e inagotables como el calentamiento global, el enfriamiento piramidal o el entibiamiento cúbico. la idea es drenar el cerebro y hacer circular la materia gris; porque la filafila es el hervidero de sesos por excelencia. La masacre de pozzetto tuvo que haberse fraguado en el puesto 57 de una fila para pagar el impuesto al deporte............¡el quesigue!